lunes, 24 de diciembre de 2012

Pajareando bajo la lluvia

Decidimos encontrarnos con Alejandro a las 4.30 para pajarear en la vereda Roble Hueco del municipio de Tena (Cundinamarca). El sitio ya lo conocía de una visita anterior con Sergio. Es una pajareada que empieza en un bosque de niebla y termina en la estructura especializada para el avistamiento de aves de la ABO, vecina de un borde de bosque con muchos árboles de pequeños frutos y otros enormes de eucalipto.

Los árboles quedan en una ladera cuesta abajo, lo que permite ver sus copas desde un lugar casi a nivel y así disfrutar de los pequeños y asiduos visitantes con un menor esfuerzo en nuestros cuellos y espaldas.

Llegar al sitio es muy sencillo: saliendo por la calle 13 con rumbo al occidente, se toma la vía al municipio de La Mesa hasta llegar a una zona de restaurantes que queda justo 28 kilómetros después de la glorieta que da inicio a esta vía. Los restaurantes que sobresalen son Juan José me Importa un Chorizo y Don Otavio. La amabilidad de la gente permite estacionar los vehículos en cualquiera de estos sitios, siempre y cuando al regresar se remate la pajareada con una deliciosa bandeja paisa o el plato típico de su preferencia.

Una vez estacionados los carros allí, se descienden cerca de 200 metros por la carretera hasta llegar a la quebrada que surte de agua a las veredas cuesta abajo y que nos acompañará durante todo el recorrido hasta la estructura de la ABO.

Empezamos a pajarear antes de que el sol despuntara. Nuestras cámaras no tenían suficiente luz para poder captar esos momentos inolvidables que veníamos a buscar en la víspera de la navidad y compartirlas con nuestros amigos: porque de eso se trata la navidad, de compartir.

Paisaje 5
Bosque de niebla
Subiendo por el bosque de niebla vimos muy pocas aves. Se escuchaban algunas de fondo, sobresaliendo el Cucarachero pechigrís (Henicorhina leucophrys) que nunca pudimos ver y mucho menos fotografiar. Algunas bandadas mixtas (o quizás la misma) nos acompañaron durante el ascenso. La gran altura de los árboles nos dificultaba la observación de los individuos que conformaban aquel grupo que nunca pudimos ver con detalle.

A propósito de árboles enormes, un hecho muy curioso es que al parecer el sendero no está siendo muy transitado por campesinos de la zona y visitantes en general. La gran cantidad de plantas y árboles caídos que se tragaban el camino, creaban una atmósfera de bosque virgen e inexplorado que nunca había sentido antes.

Llegamos a la estructura en medio de una lluvia suave pero persistente. Decidimos escampar en unos árboles tupidos para mitigar el efecto del agua en nosotros. Casi al tiempo en que cesó la lluvia, aparecieron las primeras tangaras en un grupo numeroso. Se trataban de las especies T. vasorii y T. nigroviridis.

Tangara nigroviridis 2
Tangara nigroviridis
Decidimos continuar y explorar los alrededores de la estructura. Antes de que empezara a nublarse de nuevo, nos pareció ver un ave de tamaño mediano en frente de nosotros. La niebla que se apoderaba del paisaje no nos dejó confirmar el individuo. Sospechamos de un tucán pero no quisimos hacernos falsas esperanzas. La niebla se apoderó del lugar.

Mientras pasaba aquella bruma espesa decidimos esperar en la estructura de la ABO. Mi compañero decidió sacar su libreta de bosquejos y dibujar el bosque que nos rodeaba. Yo decidí acostarme sobre la estructura y descansar un rato para recuperarme de las consecuencias del insomnio de la noche anterior.

Esperando que aclarara tomé algunas fotos del bosque de niebla circundante. En eso, veo a Alejandro agitado y llamándome para que viera algo en el árbol gigante que está en frente de la estructura. Maravillados con el espectáculo que veíamos, alistamos nuestras cámaras y empezamos a fotografiar al Tucancito esmeralda (Aulacorhynchus prasinus) que con gracia, disfrutaba de los pequeños frutos del árbol. No era la primera vez que lo veíamos, pero siempre es un gran placer volverlo a ver, detallar su imagen y lograr una mejor foto cada vez.


Aulacorhynchus prasinus 2
Aulacorhynchus prasinus
Rogábamos para que la naturaleza nos permitiera disfrutar de otros individuos de igual belleza al tucán. Soñábamos ver la tangara que se anunciaba como un comercial en el cartel de la ABO. La Tangara parzudakii no se dejó ver esta vez, pero seguro que volveríamos a Roble Hueco a buscarla y tomarle buenas fotos para compartir en momentos especiales como esta navidad.

Nos devolvimos los tres kilómetros en un descenso pasado por agua. No pudimos disfrutar de más aves ya que la lluvia se atravesó como el telón que separa al espectador de los actores en una obra de teatro. Es claro que la lluvia es importante para este ecosistema, por lo tanto no la culpamos de los pocos avistamientos del día y más bien le agradecemos por dejarnos ver lo que vimos.

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