sábado, 21 de septiembre de 2013

Paipa, un destino turístico completo*

Sin proponérmelo, la forma en la que planeo los paseos familiares ha cambiado desde que entré a este maravilloso mundo de las aves. Ahora no solo trato de buscar un buen lugar para descansar con mi familia, sino que averiguo qué sitios hay cerca para que pueda salir a pajarear un rato y seguir conociendo nuestras riquezas naturales.
El fin de semana pasado teníamos la visita de mi hermana por lo que decidimos salir por los alrededores de Bogotá de descanso. Buscamos varias opciones para disfrutar hasta que acordamos entre todos ir a Paipa. A mi esposa y a mi hermana les llamó la atención conocer y disfrutar las aguas termales que hay en este municipio boyacense, la historia de la región y varios bocadillos de su cocina. De inmediato me di a la tarea de buscar el sitio al que saldría a pajarear ese fin de semana.
Pasé varias horas sentado enfrente del computador tratando de buscar anuncios, registros, blogs, reseñas o fotos que me orientaran para saber a dónde ir. Pasaban las horas y no encontraba ninguna opción. Incluso apelé a nuestros amigos de la RNOA (a través de Facebook) sin éxito alguno. No lo podía creer: cerca de Paipa no se puede pajarear.

Se acercaba la hora de tomar la ruta 55 y aún no tenía sitio a donde ir. Ya desesperado, decidí consultar las páginas web de los hoteles de Paipa con la esperanza de encontrar alguna pista para lograr mi objetivo, y la encontré. Algunos hoteles anunciaban una reserva municipal llamada Ranchería como sitio turístico cerca de sus instalaciones. Con este rastro en mente, me enfoqué en buscar información de la avifauna de esta reserva, que se reseñaba como un bosque altoandido con páramos y subpáramos. Sorprendentemente, en Internet no había información significativa sobre este lugar, así que decidí llamar al hotel y programar una visita guiada para conocer la reserva.
Acordamos encontrarnos con Jorge, mi guía, en el semáforo del pueblo. A las cinco y media de la mañana tomamos carretera rumbo a Ranchería. La reserva queda a 15 kilómetros de Paipa en la carretera que conduce al corregimiento de Palermo. Es famosa por una caída de agua de 10 metros y porque allí nace la quebrada que surte de agua a los paipanos. En el área protegida, hay bosques nativos sin intervención y otros rodeados de pastizales y cultivos.
  
Paisaje 1
Paisaje Reserva Ranchería.
En algo menos de cuarenta minutos ya estábamos preparando las botas, los binóculos y la cámara en los predios de un campesino amigo de la familia de Jorge. Él conoce muy bien la zona porque nació allí y su familia aún vive en esta vereda montañosa del centro del país. Nuestra pajareada comenzó con un Tiranuelo Gorgiblanco (Mecocerculus leucophrys), algunas Diglosas Negras (Diglossa humeralis) y varios colibríes que pasaban muy cerca zumbando.
Seguimos caminando y nos topamos con más de siete Azulejos Reales (Buthraupis montana). Nunca había visto tantos individuos de esta especie. Estuvieron siempre por donde caminábamos en la reserva. Es un ave con un amarillo sólido en su vientre, una capucha negra, un cuerpo gris azuloso y lo más distintivo: sus brillantes ojos rojos.

Buthraupis montana 2
Buthraupis montana @Reserva Ranchería
Otra ave que nos sorprendió por la cantidad de individuos y su comportamiento, fue la Cotinga Crestada (Ampelion rubrocristatus). Vimos al menos cuatro de ellos en todo el recorrido. En una escena, vimos un par desafiándose mutuamente hasta el punto de chocar entre sí. Tengo la sospecha de que estaban en época de reproducción por estas peleas y porque vimos a uno con material en su pico como para construir un nido.
Nuestros americanos amigos alados, los colibríes, hicieron una fuerte presencia en el lugar. Vimos seis especies en las cuatro horas de pajareada que disfrutamos. Se destacan entre estas especies Cometa Coliverde (Lesbia nuna), Metalura Colirojo (Metallura tyrianthina) y el hermoso Inca Dorado (Coeligena bonapartei). Este último, al parecer tenía un nido al costado de uno de los caminos por donde anduvimos.


Coeligena bonapartei
Coeligena bonapartei @Reserva Ranchería.
Con ganas de seguir pajareando pero con el deber de atender a mi familia, decidí bajar de la reserva hacia las diez de la mañana. Al tiempo que guardábamos las cosas y charlábamos con el señor amigo de la familia de Jorge, vimos pasar muy cerca de nosotros una rapaz que no logré identificar. Mala suerte. Ya había guardado la cámara y claramente no era un adulto del Águila de Páramo que sí logro reconocer. Algo me dice que debo volver a finalizar esta tarea pendiente y que en Paipa sí se puede pajarear.
*A la memoria de Thomas McNish. Seguir su ejemplo, fue lo que me llevó a abrir este blog y compartir mis experiencias.

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