domingo, 18 de noviembre de 2012

Sabana de Bogotá, ¡qué sueño!

Me levanté muy temprano y me alisté para salir a pajarear. Aún no había amanecido, el frío era más penetrante que de costumbre y había una espesa neblina rara en esta época del año.
 
Recogí a mis compañeros de aventura y salimos en sentido opuesto al de los cerros que protegen a Bogotá. Llegamos muy rápido al sitio, ya que éste no se encontraba tan lejos del punto en donde la noche anterior habíamos planeado reunirnos. La neblina apenas empieza a irse cuando nos dimos cuenta que se trataba de un gran humedal. En realidad parecían varios humedales interconectados por ríos y por las crecientes en época de lluvia. El sitio luce mágico.
 
Con los primeros rayos de sol, empezamos a ver las bellezas de la naturaleza: en unos juncos al inicio de la pajareada vimos varias Monjitas bogotanas (Chrysomus icterocephalus) machos y hembras, el escaso Cucarachero de pantano (Cistothorus apolinari) y algunas tinguas a lo lejos.
 
Seguimos caminando por el sendero y la abundancia del sonido de los Cucaracheros de pantano me pareció muy extraña. Sentía habían cientos de estos cucaracheros en el sitio. Me alegré por esta situación y a la vez me pareció curiosa la gran cantidad de individuos en un sitio tan cerca a la gran ciudad.
 
Llegamos a un espejo de agua rodeado por más juncales y plantas de orilla de río. A lo lejos había un bosque muy conservado que resolvimos visitar hacia el final del recorrido. En el espejo de agua y cerca a las plantas de la orilla vimos muchas tinguas: la verde (Gallinula melanops), la de pico rojo (Gallinula galeata), la azul (Porphyrio martinica) y la bogotana (Rallus semiplumbeus). Una vez más me agradó la sorpresa de ver muchas Tinguas bogotanas ya que nunca las había visto en esa cantidad y tan cerca de Bogotá. Algo raro estaba pasando.
 
Decidimos usar la mira telescópica que trajimos para ver un grupo de patos que nadaban tranquilos lejos de la orilla en que nos encontrábamos. Vimos algunos Patos barraquetes (Anas discors) y otros Patos rufos (Oxyura jamaicensis). Un poco más hacia la derecha estaban unos Zambullidores piquipintos (Podilymbus podiceps) en compañía de varios zambullidores de ojos muy rojos, de cuerpo más blanco que el de los piquipintos y con la cara café claro. A mis compañeros les parecía normal esta especie por lo que saqué rápidamente mis guías para no parecer despistado. En la primera guía que saqué no aparecía ilustración alguna de un zambullidor con estas características, mientras que en otras aparecía un zambullidor endémico llamado Podiceps andinus.
 
No sabía qué estaba pasando. Este zambullidor desapareció de los registros de los ornitólogos desde los años setenta y se cree extinto. Sin embargo, disfrutaba verlo allí nadando libremente y entrando esporádicamente al agua para buscar su alimento.
 
Seguimos nuestro camino y llegamos a un bosque pequeño pero en muy buenas condiciones. En este punto, ya el recorrido se me hacía muy extraño y trataba de pensar en dónde estábamos sin éxito alguno. Decidí tranquilizarme y seguir disfrutando de tan extraña pajareada.
 
Algunos metros dentro del bosque vimos varios clarineros (Anisognathus igniventris), decenas de colibríes y algunas reinitas migratorias. Se escuchaba en la profundidad del bosque diferentes sonidos de chamiceros, gralarias y tapaculos. Nos detuvimos frente a un árbol florecido y de repente vimos llegar un colibrí muy azul, casi morado, con pico corto, recto y flancos negros. Mis compañeros lo identificaron como Heliangelus zusii. Seguía sin creer lo que me estaba pasando. Solo hay un registro de una piel de este colibrí de principios de 1900.
 
Me preparaba a anotar mis registros en el listado de especies vistas para relacionarlas en el blog, cuando de pronto un estrepitoso sonido irrumpió la tranquilidad de aquel lugar.
 
Me desperté. Abrí los ojos y me di cuenta que estaba en mi cama. Todo lo que había visto era producto de mi imaginación. Fue un sueño. Un maravilloso sueño que recordaré toda mi vida. Creo que quedarme dormido leyendo sobre aves pudo provocar esta situación. Aunque esta vez no pude apuntar estas especies en mi listado de lifers, espero poderlo hacer algún día cuando la naturaleza nos diga en dónde los ha tenido protegidos en los últimos años.

5 comentarios:

  1. Imaginar y soñar es parte de nuestro ser. Ademas que nos permite viajar a mundos fantástico, como el expresado en tu pajareada....para la proxima que el sueño contenga, como refrigerio una hamburguesa del corral

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  2. Muy buen sueño Neil!
    Ya deseariamos todos que fuera verdad. ;)

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  3. Gracias Daniel y GOUN por sus comentarios. Ojalá algún día podamoss ver estas dos especies de nuevo.

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  4. Neil, gracias por compartir esa mirada fresca y el relato ameno que reflejan un profundo respeto y amor por la naturaleza

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  5. Gracias a ti Alberto por tomarte el tiempo de leerla y acompañarme en el sueño. Un abrazo.

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